Ya no sé cuando fue
que la onda se convirtió en angulo.
Solo recuerdo un movimiento de reptiles
que acompañaban a las mariposas
de mi estómago.
Alentaba este cambio de formas,
este camino de escasos referentes,
un final incierto,
un fin previsto a poco por una visión,
por un vislumbrar de palomas,
un parapadeo de luciérnagas diurnas.