Lanzarote vs. César Manrique

En una reciente conversación con amigos sobre la influencia de César Manrique en la isla de Lanzarote surgió una idea que he escuchado a menudo. Hay una percepción de que la huella de César a nivel paisajístico no fue tan primordial. Existe la creencia de que hay una percepción estética extendida entre la población lanzaroteña, la local y la importada. Un respeto ancestral por la tierra, por la belleza volcánica de nuestra isla que deriva en un cuidado extraordinario del entorno.

La pregunta que me surge al respecto es ¿será verdad que la isla impone un peaje estético a todo aquel que nace o se hace local? Estoy convencido que no es así (aunque que gustaría que fuera lo contrario). No hay un componente genético, ni una influencia magmática que desarrolle ese gusto estético por la tierra. Aún más, el amor del campesino por su entorno no es algo único de Lanzarote, ni de Canarias. En todas las partes del mundo el trabajo en el campo crea un vínculo que va más allá del propio cultivo. En ocasiones con un resultado (no buscado) que resulta hermoso a la vista.

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¿Qué distingue a Lanzarote? La respuesta no es otra que César Manrique. Él no era campesino sino un gran observador y amante de la naturaleza. Por ello documentó las formas de hacer de la gente del campo. Sus construcciones (viviendas, vallados, zocos, chimeneas, hornos), los colores que le eran propios se reflejaron en sus fotos y dibujos. César recogió esa tradición arquitectónica no solo en papel, se acercó a los campesinos y hablando con ellos, trabajando con ellos, se empapó de la cultura popular. Solo después de ese trabajo de investigación y documentación se atrevió a bosquejar unas líneas de actuación en Lanzarote que iban más allá de la preservación de los valores tradicionales.

Pero la gran incógnita es cómo permeó en la isla esta estética que él había recogido hasta convertirse en un estándar que identifica a Lanzarote a primer golpe de vista.

César contó con el compromiso del Cabildo de Lanzarote, que creyó en él y de cuyas colaboraciones surgen los centros turísticos. Pero a César no le bastaban unas intervenciones puntuales. Su idea iba más allá, englobaba a toda la isla, y lo más importante: quería implicar a su gente. Porque sabía muy bien que sin el convencimiento general su idea no podría florecer.

Poner en valor lo tradicional no es fácil cuando todo apunta al turismo de masas, al dinero fácil para unos pocos. César adquirió elementos de la arquitectura lanzaroteña y los convirtió en iconos de sus intervenciones. De pronto, aquello que estaba en el acerbo popular, aquello que algunos querían que apareciera como viejo, empezó a formar parte de obras de arte arquitectónicas, en las que la intervención de César era tremendamente respetuosa con el medio ambiente. La idea era revolucionaria si tenemos en cuenta que César quería que la gente local pudiera visitarlas de manera gratuita. Esto permitía que todos fueran capaces de reconocer elementos propios del campo y de sus casas y darles un valor artístico. En otro plano, César atraía a amigos artistas de todo el mundo que extendían ese valor de Lanzarote más allá de las islas gracias a su difusión en los medios de comunicación.

Deliberadamente o no, César conseguía que todos se sumaran a su visión de una isla limpia, de un campesino amante de su tierra. Así que, cada conejero se sentía orgulloso guardián de esa singularidad de la que le habían hecho partícipe. Unos ojos educados en una belleza que les rodeaba desde siempre y que de pronto se había convertido en arte gracias a la mirada de otro conejero.

No, definitivamente esa mirada no estaba en todos los habitantes de la isla; y mucho menos en las ansías expansionistas del turismo de masas. Ese que hoy consume Lanzarote como un producto más, sin interesarse por los ojos del hombre que hay detrás.

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Comments

  1. Te felicito por tu artículo: es muy generoso con los amantes de la tierra, la naturaleza, como César Manrique o los campesinos de la isla

    1. Author

      Muchas gracias por dedicarle tiempo en leerlo y sobre todo por dejar tu comentario.

  2. Totalmente de acuerdo, la pena es que esa influencia y la forma de entender la naturaleza tristemente se va perdiendo. Felicidades por el artículo.

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